Cuántas veces hemos oído decir a las personas que sufren de malestares emocionales y psicológicos “estoy atrapada o atrapado”. Y, si, en cierto modo padecen el cautiverio de su propio deseo aprisionado por responsabilidades autoimpuestas mas allá de lo razonable, condicionantes forjados a fuego en su historia individual y familiar, culpas y legados que privan de libertad para ser feliz.
Ante estas cárceles virtuales de los síntomas el psicoanálisis es un método eficaz para el alivio del sufrimiento psíquico, que se mantiene vigente a lo largo de mas de un siglo de existencia desde su creación por Sigmund Freud y su revisión posterior por Jacques Lacan.
El psicoanálisis ofrece un espacio de privilegio para los que se acercan en busca de algunas respuestas sobre su dolor psicológico y sus síntomas. Se trata de un privilegio en estos días poder hablar sin ser juzgado, criticado o etiquetado, y lo que es más poder ser escuchado.
Desde el diván o el cara a cara esa escucha empática posibilita al sujeto que sufre a entender su propios enigmas, a comprender su conducta a la luz de nuevas consideraciones que producen un saber sobre si mismo. Saber que lo libera de síntomas, inhibiciones y repeticiones vanas y lo acerca a “la mejor versión de uno mismo”, donde la felicidad se basa en la libertad para desarrollar el deseo propio.