¿Qué debo tener en cuenta para elegir un psicólogo?
Cuando alguien se plantea acudir a consultar a un profesional de la salud psíquica debe vencer las resistencias que solemos escuchar habitualmente en la calle:
“Eso es de locos, yo estoy bien, qué va a saber un psicólogo de mi enfermedad” (en el caso que la persona padezca una enfermedad de orden físico diagnosticada) “¿Me va a solucionar mis problemas de trabajo, de familia, de pareja, con mis hijos?”
Si se consigue vencer estas primeras resistencias, aparece un segundo factor que atormenta especialmente: el tiempo, “¿cuánto tiempo tengo que ir?, ¿va a ser rápido?”
(Recuerdo una mujer, que llamo para pedir hora para su hijo de 25 años y hablo por teléfono conmigo unos minutos, y nunca apareció a la hora convenida, ni ella ni su hijo. Así de rápido se produjo la “curación”).
Una vez superadas estas resistencias nos encontramos con la búsqueda de una receta para mis males: “¿Me va a decir usted lo que tengo? ¿Y lo que tengo que hacer, ¿verdad?”
Hay que decir que prevalece el modelo médico de atención a las personas: buscamos especialistas para nuestras dolencias que nos diagnostican y recetan pruebas o medicamentos para “curar” en un tiempo aceptable. Y está bien, no decimos que no. Lo que ocurre es que este modo de funcionar se traslada a las dolencias psíquicas que no se pueden tratar de la misma manera.
No se trata de separar cuerpo – mente, no es el objeto de este escrito. Tan solo señalar cómo las personas nos acercamos a nuestras dolencias, sean las que sean, con formas de funcionamiento tomadas del modelo médico. Queremos diagnóstico, receta y mejoría rápida. Y eso es lo que se pide a un psicólogo o profesional de la salud mental.
La psique es más compleja y su modo de abordaje es diferente. No obstante, hay tendencias dentro de la psicología y la psiquiatría que se adaptan bien a este modelo médico, pero no el psicoanálisis.
Por otro lado, nos sentimos vulnerables. También cuando accedemos a la consulta de un médico, ya que sentimos que estamos en manos de “otro”, “estoy en sus manos, doctor” (algunas veces lo escucho), y creo realmente que es así. El cuerpo emite muchos avisos, desata dolores, signos, y eso hace activar la urgencia de acudir a un médico.
Lo psíquico es diferente. Hay síntomas, sí, que quieren decir que algo no va bien, sí, pero que se pueden tapar, disimular, justificar, con todo un abanico de defensas inimaginable, o simplemente vivir con ellos y llegar a pensar que entran a formar parte de la normalidad. Tiene que haber mucho dolor psíquico para que alguien acuda a la consulta de un psicólogo y pueda superar esa vulnerabilidad, miedo y resistencia que subyace al malestar psíquico.
Teniendo en cuenta todas las consideraciones anteriores y llegados al punto de tener que elegir a qué profesional de la psicología se va a consultar, la persona debe preguntar y recabar información. No todo el mundo sabe las características específicas de cada una de las corrientes o tendencias que existen dentro de la psicología, ni qué es un psicoanalista, ni cómo trabaja la Gestalt, ni un conductista y un largo etcétera.
No obstante, el uso de las redes sociales puede ayudar a obtener información de todos los psicólogos que ofrecen sus servicios. Sus presentaciones, sus explicaciones, la visión de sus páginas web, “hablan” de ellos y de su trabajo.
Pero la experiencia nos dice que las personas sí que preguntan a sus conocidos y allegados cuando quieren ir a un psicólogo y que la mayoría de pacientes que llegan a las consultas vienen recomendados por otros pacientes o por personas cercanas al entorno de los profesionales. Se buscan referencias del trabajo de los psicólogos igual que se buscan las referencias para ir a un médico especialista, o cualquier otro profesional que atienda nuestras necesidades.
Se debe preguntar y preguntar, y con toda la información y referencias elegir aquel psicólogo o psicoanalista que nos de la tranquilidad y facilidad necesarias para sentir que estamos en el mejor lugar que nos podemos proporcionar.
Fotografía: Pepa Be