Érase una vez un gnomo sabio que descubrió que cuanta más felicidad regalaba a amigos y extraños, más saldo feliz se acumulaba en su cuenta de felicidad. Cuando expuso su teoría al Consejo de Sabios, estos le preguntaron cuál era la fórmula matemática que explicaba un incremento tan absurdo y tuvo que confesar que no había sido capaz de encontrarla. Así que decidió aplicar la hipótesis en otro entorno: el de los humanos. Y ahí está, desde hace decenas de años, observando en la boca del metro, asomándose por las chimeneas, escondido detrás de una máquina de café o dormido junto al árbol de Navidad. El viejo gnomo sigue preguntándose por qué los humanos cuando hacemos felices a otros humanos multiplicamos nuestro saldo de felicidad.
Título: El gnomo y el método empírico
Autora: Montse Freixas Rovira
Fotografía: Pepa Be