El compaginar empresa y familia es siempre un gran desafío, más aún cuando la familia también es parte de la empresa. Teniendo en cuenta que, para la mayoría, ningún éxito en la vida justifica un fracaso en la familia, se hace cuesta arriba entender y tomar acción sobre cada uno de los elementos que se desgranan en el marco del funcionamiento de una empresa familiar. Se hace necesario entender las sensaciones de malestar que tienen, muchas veces, que ver con nuestras lealtades hacia los vivos y hacia los ancestros, con mandatos que queremos (o no) seguir.
Las organizaciones familiares tienen muchas ventajas y para sacar partido de ellas se necesita clarificar muchos aspectos que no son, con frecuencia, cómodos de considerar: roles de los familiares que pertenecen a la empresa, acceso a la misma, conflictos inter-generacionales, sucesión del fundador…etc.
También hay historias de éxitos y frustraciones de los abuelos y más generaciones que precedieron, situaciones que no se recuerdan o no se contaron y que tienen peso en la esencia de ser empresario y como se desarrolla esa función.
Nunca es tarde para reflexionar y modificar conductas dirigidas a facilitar las relaciones entre los miembros que, de otra forma, se encaminarían al distanciamiento de los vínculos familiares.
Las tensiones y los conflictos son inevitables, aunque no forzosamente negativos. Muchas veces obligan a ser creativos y, una vez resueltos, propician crecimiento en un amplio sentido personal y empresarial.
Por otro lado, preparar a las personas integrantes de la empresa familiar para las etapas siguientes garantiza su supervivencia y las relaciones armoniosas de la familia.