Es difícil encontrar el equilibrio cuando regamos una planta para que crezca sana y vigorosa sin anegarla hasta que se pudran sus raíces y muera. Tan difícil como colocarle una campana de cristal que la proteja de insectos y otras amenazas, pero que a la vez no la prive del oxígeno necesario para sobrevivir.

Me refiero al difícil equilibrio que deben encontrar los padres de adolescentes entre la preocupación por sus hijos y la protección de los mismos, y el exceso de preocupación y la sobreprotección que impiden al adolescente poseer un espacio íntimo, personal, privado. Un espacio donde ensayar sus nuevas capacidades; donde probar su self recientemente estrenado; donde comprobar sus habilidades sociales, su capacidad de ayuda y de empatía con los otros. Y todo ello sin que ojos y mentalidades adultas le señalen los errores que es necesario que cometa, puesto que está aprendiendo a estar-en- el-mundo con un nuevo envoltorio.